La huella que el Belga ha dejado en mí se basa en la espiritualidad, solidaridad, servicio, responsabilidad, lealtad, amistad y todos los valores que gracias a las hermanas de la congregación, a los maestros y al personal del colegio, he aprendido a aplicar en mi vida y me han ayudado a ser la mujer belga que soy ahora, a luchar por alcanzar las metas que me he planteado para el futuro y siempre tener presente que Dios hace camino conmigo.
Entré a la familia Belga en párvulos, muy emocionada y feliz de hacer nuevas amigas.
Con mi falda bien planchada y mi gabachita gris, fui aprendiendo y acoplándome a mi nueva casa, mi colegio.
Terminé este primer pequeño paso de la preprimaria con la clausura, entre flores, trenes, panaderitos, bailes y canciones, lista para la primaria.
Durante los siguientes años aprendí a hacer del Belga mi hogar.
Conocí más personas que de una u otra manera me ayudaron y compartieron conmigo las alegrías y experiencias de aquellos días.
Ingresé al coro y al grupo de teatro. En ambos hice amigas muy especiales, y tanto Ricardo V. (director del coro) como Raúl L. (maestro de teatro) forman parte de mi corazón y con ellos aprendí muchas cosas de mí misma y de la vida, que ahora recuerdo con nostalgia y alegría.
Entonces llegó la primera despedida, la separación y el cambio, de sexto primaria a primero básico. Y la manera más especial de simbolizarlo fue el corte de tirantes.
En básicos viví las mejores experiencias, rodeada de las personas más especiales y que hasta hoy son mis amigas.
Entre travesuras, escapadas, regañadas, fiestas y rivalidades, aprendí de mis errores, pero no lo hice sola, crecimos juntas, toda la promoción 51 creamos lazos de unión y cariño, lo que hizo más difícil decir adiós y pensar en empezar una nueva etapa.
Decisiones entre bachillerato, magisterio o perito cambiaron mi vida y me brindaron nuevas oportunidades y vivencias.
Aunque algunas de mis amigas siguieron magisterio o perito, en mi caso, seguir Bach. fue la mejor decisión que he tomado, pues es donde he aprendido y disfrutado más.
Todo lo que hemos compartido: días del cariño y cadenas de la amistad, días de la mujer, excursiones al Irtra o a la Antigua, la fogata y los 3 de junio. Todas experiencias inolvidables. Además de todas las locuras entre clases y las fiestas. Nos hemos unido más como promoción y nos conocemos mejor. Sé que nuestra amistad es más fuerte que nunca.
Ahora, después de 13 años en el colegio, me doy cuenta que no hay otra familia que acoja y apoye como el Belga.
Me voy con el legado de su filosofía en mi corazón: “Dios no nos falla”.
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